Día 9 «La custodia del corazón (I)»
Enséñame Señor a compartirme.
Vuelta a casa tras un momento de oración, dándome cuenta de todo lo que haces por mí. Soy lo que soy gracias a Ti.
Enséñame Señor a compartirme.
Vuelta a casa tras un momento de oración, dándome cuenta de todo lo que haces por mí. Soy lo que soy gracias a Ti.
Hoy Señor me has vuelto a sorprender. Releyendo el diario y aquel 2019 tan intenso, doloroso y bonito en que fuiste despertando sutilmente mi vida. Qué potencia y vida diste. En el deporte, los amigos, mi director espiritual, la Iglesia, mi mejor amiga, una alabanza constante por todo lo que me regalabas.
Señor sigue conquistando a mis amigos. Te doy gracias por ellos. Guíales.
Estoy peor con algunas personas, más saltando, y mostrando mucha dureza con ellos. […] extrañeza y distancia enormes.
No me sueltes de la mano.
Abandono todo mi ser en ti Dios mío.
Hace tiempo escuché el vídeo de referencia, del que más tarde encontré su soporte escrito. Se trata de un escrito anónimo de un monje cartujo.
¿Qué tiene un cartujo para mí? Mi corazón desea este silencio, busca este encuentro con Dios, esa unidad e identificación con el Creador.
Vuelve a mí este abismo de dolor. El filo en el que me muevo entre abismo y abandono qué fino es. Quiero dejártelo todo Señor, todo este dolor, mi desesperanza conviértela en anhelo de Ti, mis pensamientos, mis temores, mis incoherencias, mis debilidades y límites. Todo te lo entrego.