Día 13 «La custodia del corazón (I)»
Con pocas cosas colocadas y ordenadas, pero contigo en el centro de mis miradas. Y así hasta lo que no entiendo y el vértigo te lo puedo entregar.
Con pocas cosas colocadas y ordenadas, pero contigo en el centro de mis miradas. Y así hasta lo que no entiendo y el vértigo te lo puedo entregar.
Te doy mi corazón. Purifica mi mirada Dios mío. Da alegría a mi corazón y que mi cuerpo sea fiel reflejo de ella.
¿Qué hay y qué entra y dejo entrar en mi corazón? […] sed que trato de colmar amargamente, tantas veces inconscientemente.
Las dificultades que tenemos que afrontar por causa del bien hemos de amarlas tanto como la misma bondad. Nadie puede adquirir una renuncia genuina, sino aquel que se ha determinado firmemente en lo profundo de su pensamiento a soportar con agrado la aflicción y las tribulaciones.
El sacrificio -dice Dios- más precioso que a mí me complace son vuestras obras bellas y la íntima devoción del corazón. Tierra buena que alegra a su Señor dando por fruto el ciento por uno es el alma que se purifica con el pensamiento fijo en Dios, vigilando atentamente noche y día.
Aunque solo sea unas pinceladas del día, que estoy cansado. Para que me sigas dando luz y guiando, para ordenar un poco mi mente.
Enséñame Señor a compartirme.
Vuelta a casa tras un momento de oración, dándome cuenta de todo lo que haces por mí. Soy lo que soy gracias a Ti.
Lo primero que el maestro Isaac nos enseña es no escandalizarnos de nuestra propia debilidad. Lo que tantas veces pensamos que es nuestro obstáculo a la santidad, en realidad es nuestro camino hacia ella.
Hoy Señor me has vuelto a sorprender. Releyendo el diario y aquel 2019 tan intenso, doloroso y bonito en que fuiste despertando sutilmente mi vida. Qué potencia y vida diste. En el deporte, los amigos, mi director espiritual, la Iglesia, mi mejor amiga, una alabanza constante por todo lo que me regalabas.
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, rezaba hoy el sacerdote al apoyar tu Cuerpo eucaristía sobre mí.
No están siendo días sencillos. La situación en casa se hace cuesta arriba, muy cuesta arriba. No problematizo, pero poco más que mantener la calma y reza es lo que hago. Lo pago por momentos con las personas con quien convivo. Creo que están peor por cómo estamos en casa.