“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, rezaba hoy el sacerdote al apoyar tu Cuerpo eucaristía sobre mí.
No están siendo días sencillos. La situación en casa se hace cuesta arriba, muy cuesta arriba. No problematizo, pero poco más que mantener la calma y reza es lo que hago. Lo pago por momentos con las personas con quien convivo. Creo que están peor por cómo estamos en casa.
Dame, Señor, tu fuerza. Sobre todo, sencillez, claridad y amor. Amor y caridad.
Otro día bonito, la primera misa celebrada por un amigo recién ordenado. Cuánto me alegro de haber ido, aunque solo.
Rosario, música. Música de todo tipo. ¿Me hace bien? Enséñame a utilizar Señor la música. Para descansar, rezar y contemplarte.
Caritativa. Dejarme hacer. Sencillez. La alegría y el corazón bonito de personas que me quieren y no tienen en cuenta nada del mal que les hago.
Lucha continua con un hijo. Dios mío únenos. Enséñame a ser padre.
Deporte tras algo de ansiedad. ¿De dónde me viene la ansiedad? Me viene en momentos que no sé qué tengo que hacer, que estoy vacío, que se me nubla la mente y el corazón.
Con el deporte se va esa ansiedad, y es momento de pedir al Espíritu Santo.
La alabanza en la parroquia. Mis amigos. Gracias Señor por no soltarme de tu mano.
Bendice las manos de mi amigo sacerdote. Qué privilegio me ha parecido besar las manos de este siervo tuyo. Conmovedor. Como las letanías de la misericordia.
Voy a descansar. Toma mi ser. Custodia mi corazón.
Termino completas, me inclino ante la cruz y veo en ella pegada un post-it de este hijo con la que estoy en lucha: “Hola papá, te quiero mucho”.
Gracias Dios mío por este hijo. Enséñame a quererle como tú le amas, desde la entrega amorosa de la Cruz.
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