La custodia del corazón (I)
Objetivo
Escuchar a Dios en nuestro corazón, y para ello aprender a hacer silencio interior.
Experiencia
A veces, al querer hacer silencio, nos encontramos con que no podemos porque nuestro interior está invadido de todo tipo de pensamientos, preocupaciones y cosas que nos dificultan permanecer en Dios.
El maestro de hoy
Macario fue un abbá -un padre espiritual- del siglo IV que influyó mucho en su tiempo. Las siguientes enseñanzas pertenecen a su ámbito espiritual, aunque seguramente no las escribió él directamente sino discípulos suyos a partir de sus predicaciones.
Un joven monje le preguntó al anciano Macario ¿Cómo puedo tener paz en mi corazón? Cuando comienzo a hacer silencio, miles de imágenes y pensamientos invaden mi mente.
Respondió el abbá:
“La mente se desprende de las divagaciones malvadas custodiando el corazón y evitando que los pensamientos vaguen por su interior. La perfección no reside en abstenerse del mal sino en alcanzar un espíritu humilde, en dominar a la serpiente que anida detrás del espíritu, aún más hondo que el pensamiento”.
¿Quieres escuchar a Dios en tu interior? Aprende a hacer verdadero silencio. ¿Quieres saber cómo hacer silencio? Fíjate en lo que te habita. Todo tipo de imágenes, conversaciones, videos, memes, cuchicheos, pasan continuamente de nuestros ojos y oídos a nuestra mente. Todo eso se va sedimentando dentro de nosotros. Nuestro corazón para nada es un espacio vacío. En él hay miedos, culpabilidades, deseos, temores, frustraciones, expectativas y autoexpectativas, tantas cosas. Los Padres espirituales los llaman simplemente “pensamientos”. No se puede dejar que estos movimientos dominen nuestro interior. La primera responsabilidad que tenemos delante de Dios y de nosotros mismos es la custodia de nuestro corazón. Nuestro corazón es un lugar sagrado, sensible, delicado. Igual que no podemos meternos cualquier comida-basura al cuerpo, no podemos dejar que nuestro corazón se convierta en un lugar de pensamientos-basura. De todo ello iremos hablando en este curso. Lo que ahora importa es que comprendas que no se puede entrar en el camino que conduce al silencio sin una decisión fuerte y constante por custodiar el corazón. No puedo dejar pasar todo, es más deberé imponer una disciplina férrea a lo que dejo entrar en mi corazón. Si comienzas este proceso, pronto te darás cuenta de que no es fácil. No es sólo tu decisión, hay un combate alrededor de ti, y sobretodo dentro de ti, del que no te puedes sustraer. El objetivo de este combate es la purificación del corazón, de la que dice Jesús: “Bienaventurados los puros de corazón porque ellos verán a Dios”. ¿Quieres ver a Dios en tu vida? Custodia tu corazón y evita que “los pensamientos” vaguen sin control por tu interior. Quédate con esto: Custodia tu corazón.
Por la mañana, cada día, haz esta oración: “Señor, hoy decido custodiar mi corazón. Poner todos los medios para hacerlo. Decido combatir. Enséñame, Señor, cómo hacerlo”.
Pasos para esta semana
Por la noche examina lo que ha entrado por tus ojos y por tus oídos. Considera lo que te ha ayudado, lo que ni bien ni mal, lo que ha metido dentro “pensamientos -basura”. Mañana enfócate en lo primero y desecha las dos últimas. Recuerda que se trata no de lo que “oímos” o “vemos”, sino de aquello a lo que “prestamos oído” o “nos fijamos”. Decide para el día siguiente, cortar con la fuente por donde han entrado esas cosas (por ejemplo, la conversación con una persona murmuradora, determinadas noticias o red social, etc).
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